Ayer me llegó el pedido de Amazon, y hoy ya terminé de leerme el librito sobre Torquemada. Me gustó por ser muy conciso y orientarme en cuanto a fechas y acontecimientos. Aunque apuntaba más que nada al tema de los judíos y conversos, que no es mi tema, un hereje es un hereje y el tratamiento es más o menos el mismo, sea cual sea el modo en el que se alejan de las leyes católicas. Esta lectura me hizo ver la necesidad de tomar una determinación definitiva en cuanto al timeframe de mi novela. Dejar la nube de "alrededor del siglo XV en España" y definir de una vez años exactos para los acontecimientos, que cierren con lo que pasaba en el mundo en aquella época. Por eso tomé lápiz y papel y comencé a generar una línea del tiempo mixta, entre la historia real y mi ficción.
Por otro lado seguí avanzando en la lectura de "Un Mundo Sin Fin". Es un libro enorme, y recién voy llegando a la mitad. Está muy interesante, aunque tiene más debilidades que "Pilares de la Tierra" lo que me ayuda al aprendizaje no sólo de lo que está bueno, sino también de lo que está malo y quiero evitar en mi propia novela. Por ejemplo cuando se va en los tejemanejes de la elección del Prior, sale todo perfecto, según los planes de Godwin, lo cual es muy poco realista. Las cosas en la vida real no son así. Es imposible predecir con exactitud las reacciones que cada cual va a tener ante cada estímulo y programar todo para manipularlo según nuestro antojo. En la vida real, puede salir bien algún plan que involucre a terceros, pero no todos!! Siempre algo va a fallar, porque los humanos somos impredecibles.
Entonces deja de ser realista y para mí la buena ficción, para atrapar de verdad al lector, tiene que ser realista.
¿Y qué vengo a hablar de realismo yo que escribo sobre viajes en el tiempo y mundos etéreos dónde sólo existen mujeres?
Es distinto. Eso es cuestión del género. En un mundo puede haber cosas raras, muy raras, pero mientras los humanos que lo habiten se manejen como tales, en forma coherente con sus psicologías, sigue siendo realista. Miren sino a Clive Barker. Los mundos del tipo son absolutamente fantásticos, increíbles, loquísimos. Sin embargo sus personajes son verosímiles y reaccionan de la misma forma en que vos reaccionarías si te meten ante tanta extrañeza. Esa es la esencia del realismo mágico. Cuando la ruptura de reglas invade la mente de las personas y empiezan a actuar como jamás lo harían, ahí pierde su encanto, y se acaba la magia que atrapa al lector.
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