Uno puede escribir sobre cualquier cosa, pero cuando escribe sobre algo que realmente le gusta, le importa, algo que le toca de cerca... "lo suyo" el resultado es muchísimo mejor. Por eso en esta novela he decidido darle cabida a aquellas temáticas arraigadas profundamente dentro de mí. Sé que de ellas puedo obtener el mayor estímulo, y los resultados más interesantes. En eso se enmarca la creación de "Ethéria", un mundo espiritual que se parece mucho al de los sueños, pero con entidad mucho más allá de ellos. Ese es uno de los terrenos en los que más cómoda me siento, lo conozco a fondo, y puedo escribir sobre él con plena soltura.
Pero a ello ya me dedicaré en más detalle en otro post. Ahora quería hablarles de otra de esas cosas que -como los sueños- también me fascina y por esto mismo decidí no dejarla afuera: la genealogía.
Los que me conocen sabrán seguramente que hace más de 15 años que trabajo, sin prisa pero sin pausa, en la investigación de mi árbol genealógico. He llegado muy lejos en algunas ramas, y siempre sigo haciéndolo crecer y agregando información. Me encanta conocer a mis antepasados, tratar de redescubrir su historia, y de ver qué de ellos influenció en mí. Es mi contacto más directo con la historia de la humanidad. A través de mis propios ancestros, consigo una identificación profunda que me hace conectar de una forma íntima con distintas sociedades y culturas. Si me entero que alguien fue antepasado directo mío, cambia totalmente mi forma de verlo, en relación a cuando no sabía que lo era.
Por el año 1500, en España, tengo un gran abanico de antepasados en mi árbol. Tengo sus nombres, situaciones familiares, y en algunos casos algunos datos como ocupación, cargo, características físicas o de personalidad, anégdotas, o circunstancias de su muerte.
Entonces, ya que voy a estar trabajando sobre esa época ¿Como iba a dejarlos de lado? En vez de llenar mi obra de personajes inventados o desconocidos, voy a aprovechar para resucitar un poquito en ella a aquellas personas sin cuya lucha, esfuerzo y amor, yo no existiría. Estoy hablando de mis abuelos de decimooctava y decimonovena generaciones!!
Me llena de entusiasmo pensar que, a través de mi imaginación, ellos van a viajar en el tiempo para ser rescatados del olvido y hacerse un lugar en los corazones de mis lectores, con sus nombres verdaderos, y con lo poco que sé de ellos, que para los siglos que han pasado, es mucho.