sábado, 6 de noviembre de 2010

Con la pata izquierda

Parte de lo interesante de armar un blog como éste, mientras escribo mi novela, es compartir mis aprendizajes con otros aspirantes a escritores. Y los aprendizajes viene muchas veces a partir de errores. Ya de entrada, en el priimer capítulo, me mandé un error de esos grosos que marcan una novela para el fracaso, que cuando uno los lee siente "mmmm... esto está mal hecho" Y no me di cuenta!! Por suerte un par de lectores beta me lo hicieron ver a tiempo, y ya lo cambié. Y de paso aprendí la lección para el futuro. Les cuento de qué se trata:

En la primera escena una persona no llega adonde lo esperan, y sus familiares se desesperan por su tardanza MÁS DE LO NORMAL. Esto es así, porque yo sé que él no va a llegar (nunca) entonces me puse en el lugar de sus seres queridos y de lo mal que uno se pondría ante la desaparición de alguien cercano. Pero es cierto que esa desesperación en un caso real, llegaría con el tiempo. En mi escana transcurría cosa de una hora, y los familiares ya se ponían a llorar, y estaban re mal. Aunque una persona no te llame, si tarda una hora, primero uno va a pensar que le pasó alguna dificultad menor, o algo así, y que ya va a llegar. A medida de que va pasando el tiempo es que la preocupación va creciendo. Cada hora es un poquito peor. Y cuando pase toda la noche y no haya ningún tipo de noticias suyas, va a ser recién ahí cuando vengan las lágrimas y los nudos en la garganta. La siguiente escena va a ser sobre esa noche de ausencia, y cómo la preocupación va creciendo como un proceso, lentamente, a medida que pasan las horas.

A la hora de que alguien desaparece, por mucho que lo quieras, lo máximo que podés tener es un mal presentimiento, un poco de angustia, de bronca o de preocupación.

El resto va creciendo en forma de progresión geométrica en función del tiempo.

Ahora retoqué mi escena para ajustarla a esta realidad. Me acordé de una vez que alguien de mi familia había llevado a mi hijo a pasear, y se hacía tarde y no volvían. Los llamábamos al celular y nada. Y la verdad estábamos entre preocupados y enojados, pero tampoco como para llorar. Pensábamos "es mmás probable que se hayan distraído por ahí y tengan el celu descargado a que realmente les haya pasado algo malo." Y gracias a Dios, así fue. Llegaron de noche como si tal cosa, con no me acuerdo qué excusas. Mi marido tuvo una discusión con el adulto responsable, pero listo. Eso fue todo. Si no llegaban... las cosas se hubiesen vuelto negras.
Esto es lo que les va a suceder a mis personajes. Pero las primeras horas el optimismo puede más. Uno no acepta así de pronto que algo realmente malo pudo haber pasado. Y recordar mi propia experiencia me va a servir para manejar los tiempos de los sentimientos. Que esto es lo que me falló en la primera versión.

Siempre basarse en la vida real es una gran ayuda para los escritores.
Aprendizaje al bolso!!!

Y ahora a seguir adelante :)

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